mayo 13, 2007

La crisis de la Universidad Argentina

Como era de prever, el pasado sabado 12 de mayo ciertos partidos políticos que solamente tienen intereses mezquinos e intentan cuestionar la legitimidad del máximo órgano de gobierno de la UNLP, impidieron la realización de la Asamblea Universitaria que elegiría al nuevo rector de la Universidad, apostando asi a profundizar una crisis institucional e intentando boicotear toda posibilidad de una real transformación de nuestra Universidad.

Esta profunda crisis institucional que hoy vive la Universidad Argentina en su conjunto no es ajena a la crisis de la sociedad argentina. La Universidad atraviesa una crisis de representatividad: no hay confrontación ideológica; hay juegos políticos entre distintos grupos que tienden a hegemonizar la institución.

Los hechos sucedidos recientemente en la UBA revisten un caracter insólito: un sector minoritario del movimiento estudiantil, incapaz de acordar normas de participación en una asamblea donde debería poder participar toda la diversidad de posiciones existentes en la Universidad, decide en nombre de una población estudiantil de 300.000 alumnos e impide durante mas de un año que se consoliden las instituciones en las que ellos mismos participaron y obtuvieron, en su momento, un determinado nivel de representatividad, constituyendo un grave hecho que vulnera la democracia universitaria en toda su magnitud.

La Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) presidida desde diciembre de 2001, por primera vez, por partidos de la izquierda radicalizada: Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), la Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA, rama estudiantil del Partido Comunista Revolucionario) y el Partido Obrero, inició un proceso de política de choque frontal y bloqueo de las distintas instancias de reunión tanto del Consejo Superior como de la Asamblea Universitaria, enarbolando como bandera la urgencia inmediata e impostergable de una reforma del estatuto. El silencio del resto de la población estudiantil puede ser manifestación de apatía política pero también de un desacuerdo profundo con el accionar de los dirigentes de la FUBA.

En un sindicato, en un centro vecinal, en un club de fútbol, los que deciden son sus respectivas comisiones directivas votadas por socios y afiliados. Esto constituye el ABC de la democracia. La representatividad nunca puede quedar en manos de una "barra", que en nombre de un concepto bastardeado de democracia directa, intenta decidir en lugar de los legítimos representantes a traves de un clima patoteril cargado de amenazas y extorsiones. Pareciera que estas normas elementales de convivencia, aceptadas y practicadas hasta por la institución más modesta, no son tenidas en cuenta en la UBA, la casa de altos estudios más importante de la Argentina.

Es evidente que el sistema político imperante en estos momentos en la Universidad está en una situación terminal, por lo que es imprescindible una autocritica de los distintos sectores de la comunidad universitaria para determinar como contribuyeron a esta crisis. Hay que pensar como resolver este clima de violencia política y de caminos equivocados. La violencia nunca fue ni es factor de transformación.

Otra vez volvemos a ser victimas de grupos que se arrogan representar a todos los estudiantes e intentan imponer sus ideas por la fuerza. Son minorias, pero que en una elección, reflejo de la indiferencia y la hipocresía que presenta el sistema de representatividad universitario, se ven reflejadas como mayorias.

Pero todos sabemos que existe una mayoría silenciosa, y necesitamos que esta pueda tener voz. Para ello, debemos ser concientes que votar delega un poder, y que si no nos involucramos en la vida universitaria y la seguimos dejando en manos de unos pocos, ganan estos grupos.

Desde Alternativa por Bellas Artes no compartimos estos métodos prepotentes carentes de diálogo y consenso, y estamos plenamente dispuestos a defender el prestigio de nuestra Universidad. Para ello, exigimos la inmediata realización de la Asamblea Universitaria, único ámbito capaz de garantizar un verdadero proceso democrático.

No perdamos otra oportunidad de reforzar la democracia en la Universidad. Hay que volver a hacer de la Universidad Argentina lo que debe y supo ser: una institución generadora de saberes y conocimientos que se convierta en el motor que impulse el desarrollo del país; una gran usina de pensamiento crítico que levante su voz frente a las injusticias del orden único y recupere el gran proyecto de integración latinoamericana.