mayo 09, 2010

La Ley de Medios y la fetichización de la Izquierda Liberal


Una vez más el Partido Obrero se pone, como en el pasado, del lado de la derecha en el tablero del gran ajedrez y sale a solidarizarse con el Monopolio Clarín.

Es decir, que hoy en día tenemos una representación estudiantil que, diciendo ser de izquierda, nos impone una postura de defensa de medios de comunicación dictatorialmente concentrados, en contra de la democratización y regionalización de la información.

Pero esta lógica maniquea tiene sus fundamentos. Como dijese José Pablo Feinmann, estos partidos de la izquierda tradicional argentina están constantemente tratando de situarse al extremo de la izquierda, para arrogarse el supuesto rol de vanguardia y guías morales de la sociedad. Por definición, siempre van a estar en contra del Gobierno (el actual y, nos animámos a decir, cualquier gobierno), por lo que los argumentos que esgrimen son exactamente los mismos que los de los partidos de derecha conservadora. Por eso, remata Feinmann, estos partidos son en realidad la izquierda de la derecha.

Pero el Partido Obrero no es el único que se ilusiona con un programa político de máxima, es decir, jugando al todo o nada. Por eso, para muchos de estos partidos de izquierda autodenominados «trotskistas» no existe otra posibilidad que llevar adelante su propio programa e intereses. Si no es a su manera, son intransigentes e inapelables.

Habría que recordarles que en política, es decir, la vida real y no la vida ideal, se conforma una arena de negociaciones porque siempre va a haber intereses contrapuestos, y en el resultado de esas negociaciones entre los diferentes actores van a estar los resultados prácticos de la política. Y tambien, que es absolutamente falso aquello de «cuanto peor, mejor». La experiencia histórica nos ha demostrado en reiteradas y dolorosas oportunidades que lo peor es irremediablemente peor.

Como estudiantes con conciencia nacional, es nuestro objetivo primordial ayudar a construir un país un poco más justo. Ahora bien, para llegar a este modelo de justicia social se requiere ir en contra de poderosísimos y otrora sanguinarios poderes económicos y políticos, con años de ejercicio ininterrumpido.

Ante este problema, hay dos medios: o la violencia o la política. En este sentido, creemos que el pasado es suficientemente sabio como para enseñarnos a las nuevas juventudes que la capacidad de crear una sociedad más justa depende de nuestro propio trabajo de convencimiento y de militancia incansable. Es decir, el contexto actual es otro y requiere nuevas herramientas que reemplacen a las viejas recetas dogmáticas.

Por eso nos encantaría saber como están pensando, partidos como el PO o el PTS, llevar adelante su programa. ¿Es a través de la violencia o a través de la militancia? Porque cuando se los escucha hablar tantas veces de «revolución», de un modo tan intransigente, nos detenemos a pensar si están pensando algún día en tomar las armas para imponer su modelo.

Aunque, con comentarios como «No podemos, de ningún modo, oponer al escrache K nuestra solidaridad con la línea gerencial señalada por los afiches, pero sí con los periodistas de Clarín que luchan cotidianamente por la defensa de su conciencia y el desarrollo de sus intelectos.», claramente al servicio de la reacción intentando defender la supuesta libertad de conciencia de quienes trabajan para una apropiadora de hijos de desaparecidos, no nos quedan dudas que si algún día se animan a tomar las armas seguro van a estar, no del lado del Pueblo, sino del lado del capital concentrado al que dicen combatir.

Quienes provenimos de experiencias póliticas movimentistas estamos en contra de quienes creen ser una especie de filósofos iluminados que guardan en sí y para sí el reservorio moral de la humanidad. Esa idea y esa visión del resto de las personas trajo a la humanidad, justamente el desastre, las grandes traiciones históricas y baños de sangre espectaculares.

Estamos firmemente convencidos que para poder construir cierta masa crítica que sostenga un programa de reformas debemos embarrarnos en la realidad, y evitar que la derecha avance. Porque no es más revolucionario quien dice la frase mas punzante sino quien crea las condiciones objetivas necesarias para el triunfo de la clase trabajadora. Y para lograrlo, elegimos caminar junto al conjunto de la sociedad, y no delante de ella.

Por eso, nuestro compromiso es con una Universidad Nacional y Popular, con profesionales que comprendan a su Pueblo y que nunca osen arrogarse el derecho de superioridad moral respecto al resto de los hombres y mujeres que trabajan día a día por la grandeza de la Nación.