octubre 09, 2009

Reflexiones sobre la Nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

«HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA»

Vamos a hablar claramente de algo que nos involucra como futuros profesionales en comunicación audiovisual. No elaboraremos juicios de valor sobre leyes que beneficien o perjudiquen al panadero, al carnicero, al verdulero, al farmaceutico, al ingeniero o al doctor. Para eso están ellos. Que se pongan al frente y en última instancia, acompañaremos. Pero sobre una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, queda claro que somos nosotros entonces quienes debemos ponernos al frente.

Cuando un gobierno legítimo, elegido por el Pueblo según las leyes vigentes, se apresta a promulgar una ley, se supone, es lo lógico, lo obvio, que esta ley va a defender los intereses de todos, los que lo votaron y los que no. De la misma manera, cuando un gobierno ilegítimo, que hace uso y abuso del poder por medio de la fuerza y las armas, pretende aprobar un decreto, tambien es lógico y obvio que lo haga en defensa del beneficio propio, ya que con ese objetivo usurpó el poder.

Desde hace más de 30 años nuestra radiodifusión es regulada por un decreto elaborado por mentes militares. Esto nos debe avergonzar, porque con el regreso de la democracia en 1983, éste y todos los decretos sancionados por la Dictadura debieron haber sido declarados nulos. Pero da la maldita casualidad que ese decreto beneficiaba a los dueños de los medios de comunicación, que con la impunidad del poder que los amparaba amenazaron permanentemente a todo aquel que quisiera cambiarlo.

En este sentido, cabe destacar que el proyecto de ley presentado al Congreso durante este año, está hecho en base a uno preparado durante el gobierno del Dr. Alfonsín. En aquella oportunidad, la intención de terminar con el decreto 22.285 fue objeto de tal chantaje al gobierno radical por parte del poder mediático, que terminó mandando al proyecto de ley a un cajon y con Alfonsín renunciando tras un contundente golpe mediático, solo por haberse atrevido.

Luego vino el «gran privatizador», el más mediático de los mediáticos, el cómplice y complaciente de los dueños del poder. Y así fue como durante una década, los dueños de la información estuvieron a sus anchas, a tal punto que la reelección fue un simple trámite.

Antes de la crisis de 2001, durante el gobierno del pasivo Fernando De La Rúa, una vez más se quiso desempolvar la ley. Y una vez más tambien, los dueños del «cuarto poder» influyeron mucho para que el helicóptero levantara vuelo con la renuncia en sus manos.

Y un par de años despues, ya con Nestor Kirchner en el gobierno, lo primero que se hizo fue extender por muchos años las licencias (que para ese entonces vencían) de estos ahora grandes monopolios de la información y vivimos entonces un período de paz, armonía, «libertad de prensa y expresión» y nadie volteó a nadie.

Hasta que en 2007 llegó Cristina Fernandez, que nunca se distinguió por su diplomacia, ni por arreglar, ni por dejarse presionar. Por el contrario, siempre se sintió más cómoda en la confrontación, con los «papeles» sobre la mesa y con cada cosa en su lugar. Y entonces, un enfrentamiento con el sector agropecuario (el mismo que le había hecho la vida imposible a Alfonsín), agudizado por la explotación de las tierras con la soja transgenica, hizo que el Grupo Clarín tuviera que elegir. Y decidió por sus socios rurales. A partir de allí, la guerra fue insoportable y casi hace trastabillar al gobierno. A tal punto que en las últimas elecciones triunfó la peor de las oposiciones: la menemista.

Es así como desde hace poco más de dos años, y quizás gracias a este desgraciado conflicto, la Presidenta solicitó a cientos de organizaciones reunidas en la Coalición por una Radiodifusión Democrática, donde nuestra Universidad tuvo un papel preponderante, que actualizara y modernizara de acuerdo a las nuevas tecnologías, la antigua «Ley Alfonsín». Durante dos años fueron convocados a debates públicos todos aquellos que tuvieran algo para aportar o criticar del proyecto de ley, para enriquecerlo colectivamente. Lamentablemente, no vimos siquiera aparecer en dichos foros a ningún periodista contratado por el Grupo Clarín ni a ninguno de sus popes empresariales, exponeniendo su punto de vista.

Sin embargo, durante los últimos meses «Ley mordaza» o «Ley de Medios K» fueron argumentos repetidos por el monopolio de la comunicación como una mala canción pop en las FMs, esas canciones malas que algunos terminan tarareando por distracción o simple moda. Estas definiciones no son producto de una línea periodística o editorial discutida por los periodistas que integran esos medios. Son sólo producto de una decisión empresarial que, en pos de defender las ambiciones económicas del grupo, es acatada de manera homogénea por cada uno de los eslabones que lo integran.

Y así llegamos al día de hoy, a pocas horas de presenciar quizas el acontecimiento legislativo más importante de los últimos 25 años de gobiernos democráticos. Debe quedar claro: esta ley no es ni K, ni A, ni C... es D, de Democracia. Porque esta ley deberá acabar con el abuso que se hace del poder de la información, que de cuarto casi había pasado a ser el primero. Porque quienes tienen la responsabilidad de ejercer el rol de comunicadores no deben modificar la realidad ni crearla. Deben informar, opinar, criticar. Y deben hacerlo con criterio, con respeto, con altura, con educación, con cultura, con ética.

Por todo eso, la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es a favor de ampliar la diversidad de ideas y sus diferentes formas de contarlas. Nuestro Pueblo merece que todas las voces le hablen con honestidad intelectual, para que el interés colectivo pase a estar presente en la agenda diaria.

ALTERNATIVA POR BELLAS ARTES



Jorge Rafael Videla y Ernestina Herrera de Noble brindan en la inauguración de la planta Papel Prensa. Los militares auspiciaron la formación del monopolio para que «Clarin» calle la represión y no diga nada de los desaparecidos. Todo el país pagó esta aberrante alianza.